Las personas libres jamás podrán concebir lo que los libros significan para quienes vivimos encerrados.
Ana Frank.

4 dic 2010

Sentir la nicotina



20/10/2010
No sé qué hacer, diario ¿Y si Ángeles descubre lo nuestro? ¿Cómo se lo tomará? Llevo días pensando en ello, no paro de comerme la cabeza ¡Arg! Ojalá no fueran primos, sino simples amigos.
Ayer me enteré de que la mayor parte de mis amigos saben que tengo un "más que amigo". Por suerte la identidad no la saben. Pero no tardará en llegar a oídos de Ángeles. Y obviamente cuando se entere me insistirá en que le dé explicaciones.
Tal vez me este preocupando más de lo que conviene. Al fin y al cabo se llevan de fábula y se tienen un gran cariño mutuo. Lo mejor que puedo hacer es respirar hondo y desvanecerme en un soplo.

Anoche, viernes, quedé con Javi. Fuimos a dar una vuelta por el puerto de nuestro pueblo. El cual estaba a rebosar de grandes barcos. Y de olas gigantescas que no paraban de amenazar con su gran inmensidad.
Nos sentamos en uno de los muros que separa la playa del pueblo. Viendo la mar, saboreando aquella agradable y fría brisa, mirándonos mutuamente, esbozando una sonrisa, yo me consumía. Se acercaba y mi piel en llamas se convertía. Pero lo quería más cerca, más aún, quería que se enganchara a mí para que no se separara jamás.
- ¿Tú estas segura de que no llevas nicotina? - Me susurró en el oído.
Sonreí y noté como era él la única persona que hacía que mi sangre subiera a mi cabeza ardiente. Silenciosamente le besé. Quería notar sus labios, aquellos que cuando me tocan hacían que mi ritmo cardíaco se alterase. Uno detrás de otro. Así sucesivamente sin parar a respirar, ni un soplo de aire.
Noté como mi sentimentalismo iba creciendo a cada latido de mi corazón. Así que me separé y empecé a reírme como si fuera exclusivamente el mejor instante para expulsar esa alegría que tenía contenida dentro de mí. Él me observaba extrañado pero no tardó en unirse a mis histéricas carcajadas.
- ¿Debería reírme? - me dijo mientras intentaba acariciarme el rostro.
- Supongo - dije mientras intentaba dejar de reír.
Él mientras tanto se acerco a mí con su mejor sonrisa y me abrazó. Fue uno de esos abrazos que te transmiten una enorme calidez, aquellos que te empapan en un cariño tan infinito que nunca desearías que tal abrazo terminase. Le apreté fuerte hacia mi cuerpo ya que debido al frío de la tarde que se hacia notar y lo necesitada que me sentía en ese momento de cariño aquello era la mejor medicina que se me podía dar.
Tras estar horas y horas abrazándonos, riéndonos y haciendo mil y una tonterías decidimos volver a nuestras casas. Le iba a echar de menos aunque fuese solo una noche sin verle, aunque esa noche la pasara durmiendo, estando inconsciente, iba a notar su ausencia, extrañar su calor corporal, su colonia de Antonio Banderas, extrañarle a él en su conjunto con sus defectos y sus virtudes.
Cogió el móvil y marcó el número del móvil de su padre, le diría que fuera al puerto a recogernos. Cuando colgó me miró con ternura y me dijo con una pizca de melancolía.
- Te voy a echar de menos Susan.
- No más que yo a ti - Le dije sonriendo. Me sentía llena de felicidad ya que había descubierto que él sentía y pensaba lo mismo que yo. Eramos como dos corazones que latían al son de uno.
- Te cuesta intentar dejarme quedar bien por un instante ¿no? - Me dijo riéndose y acercándose a mí para darme el último beso de buenas noches. La verdad tenía razón me costaba dejarle quedar bien aunque fuese solo un segundo de nada, siempre quería ser yo la que en la pareja era la que más notara ese ardor lleno de amor. La que más le amaba a él que él a mí.
El padre no tardó en llegar al puerto. Era un hombre alto y esbelto, de facciones muy rasgadas, ojos extremadamente azules y una simpatía que le destacaba entre todos los habitantes del pueblo. Sin duda alguna se parecía mucho por no decir bastante a Javi.
Nos montamos en el Picasso y me llevó a mi casa, lo cual le agradecí mucho. Por poco que hagan por mí soy capaz de darlo todo. Llegamos; cuando salí del coche Javi desde la ventanilla me gritó.
- ¡¡Suusaaan se te olvidaaa estooo!! - Preguntándome que se me podía haber olvidado, ya que ese día no llevaba bolso y el móvil lo notaba en el bolsillo del pantalón, me acerqué a la ventanilla y Javi con la mano cerrada permitiéndome no ver nada me metió "eso" en el bolsillo de mi sudadera.
- Buenas noches Susan - me dijeron los dos mientras ponían el coche en marcha.
- ¡Buenas noches y muchas gracias por traerme! - Grité haciendo un gesto con la mano.
Sin más dilación y muerta de cansancio me dirigí hacia la puerta principal de mi casa y llamé al timbre ¡Ding, dong! ¡ding, dong! Me abrió Ivan comiéndose un trozo de bizcocho de chocolate y poniéndolo todo asqueroso.
- Menos mal que eres el mayor de los tres, menudo ejemplo das hermanito - Le dije enfadada ya que sabía que me iba a tocar barrer todo los granos de bizcocho que se le iban cayendo.
- Marimandona ¡Jum! - ¿¡Cómo!? ¿¡Yo marimandona!? Pero si...¡buag! mejor dejarlo no vale la pena pelearse con él, ni siquiera hablarle, con 18 años y menudo bárbaro.
Me acerqué al salón donde estaban mis padres. Mi padre leía uno de sus intrigantes libros y mi madre planchaba a la vez que veía el telediario. Saludé y me acerqué a la chimenea, estaba helada.
- ¿Qué tal te ha ido, cariño? - Me preguntó mi madre con ese amor materno que solo ella me sabía transmitir.
- Muy bien mamá, con un poco de frío pero por lo demás muy bien - Esbocé una sonrisa.
- Mira que te dije que te pusieras otra chaqueta, pero tú no, que no ibas a pasar frío ni nada, y encima llevas las converse o como se llamen, debes tener los pies helados, no sé porque me preocupo en darte consejos. - Ya empezábamos ¡Nooo! Siempre pasaba de la madre comprensiva a la madre enfurecida.
- Mamá tu no me dijiste nada de las converse - Intenté decirlo con mi mejor tono de voz.
- Claro si tu solo escuchas lo que te interesa, y cómo no tienes zapatos, pobre mi hija que no tiene zapatos - Me dijo con cierto sarcasmo ¡Buag! Me iba a costar contenerme.
- ¿¡Cómoo!? Pero si las botas nuevas que me compraste las rompió Jorge cuando se tropezó con ellas - Le eché una mirada asesina a Jorge que en aquel momento estaba pendiente de la discusión.
- Si no las hubieras dejado en medio no hubiera pasado nada, no le eches la culpa a Jorge - Me gritó.
- ¡Esto es el colmo! ¡Ahora soy yo la que tiene la culpa de que tu hijo vaya cargándose todo lo que pille a su paso! y encima no estaban en medio. - Mi sangre se empezaba a sulfurar.
- Si, si, si, si ... di lo que quieras Susan, que sepas que este invierno no hay más botas nuevas ¡se acabó!
- ¡Maaamáááá! ¡Por favoor! Las botas del año pasado están atrofiadas y son un completo asco - Grité harta de que siempre tuviera que pagar conmigo su mal humor.
- Ya basta Susan ¡sube a tu habitación! - Me ordenó  mi padre harto de escucharnos discutir.
Salí enfurecida y con lágrimas en los ojos del salón y corriendo subí por las escaleras y me metí en mi habitación. Di un portazo para que se dieran cuenta de que me sentía muy disgustada y me tumbé en la cama.
"¿Por qué no podíamos tener una conversación en condiciones? ¡Nada más llegar a casa y ya están descargando sus proyectiles en mí!"
Ensimismada en mis pensamientos me giré en la cama y noté algo en el bolsillo de la sudadera ¡Javier! Se me había olvidado completamente ¿Qué sería lo que me metió en el bolsillo? Muerta de curiosidad metí la mano en el bolsillo y saqué una pequeña carta, la abrí y decía lo siguiente:

"BUENAS NOCHES AMOR MÍO
TE AMO"

En grandes letras ocupando medio folio pude leer esto. Supuse que lo escribió en el coche ya que vi desde el asiento de atrás como cogía papel y lápiz y se comía la cabeza para escribir algo y ¡PUF! si que se comió la cabeza para escribir estas 6 palabras. Aunque por muy poco que sea se lo agradezco muchísimo.
Sonriendo lo pegué en el enorme espejo que tenía en mi dormitorio con fotos pegadas y algunos apuntes que me escribían mis amigas, ahora formaba parte de mis recuerdos.
Me tumbé de nuevo en la cama y empecé a divagar de nuevo por mis miles de pensamientos. Hasta que en un abrir y cerrar de ojos me quedé dormida, acurrucada en mi almohada y en mi inmensa manta de punto. 
Aquí todo diario; mañana seguiré.

Susana.


¡Saludos bloggers! Os pido perdón por haber tardado tantísimo en publicar, me ha sido claramente imposible poder ponerme a escribir ya que últimamente con los estudios y demás me cuesta tener un rato para escribir. El capítulo de hoy no es de los mejores pero espero que os guste. Intentaré escribir más a menudo o todos los fines de semana dos entradas para ir adelantando historia y no dejaros 3 semanas o más con intriga (aunque no creo que mi historia de mucha intriga). No os aseguro que vaya a pasar porque como siempre hay unos cuantos contras. Esta semana como hay puente intentaré escribir otras dos entradas. Espero que pueda o por lo menos pueda escribir una más. También deciros que hoy o mañana me iré pasando por todos vuestros blogs para ponerme al día ¡echo de menos leerlos! y naturalmente os comentaré todo lo que pueda. 
¡Muchísimas gracias a todos los que me seguíis! de verdad muuchísimas graciaas. No me imaginé que llegara a los 31, es mas ni pensé que tuviera 10, para mi es una gran meta haber llegado a los 31, aunque todo os lo debo a vosotros. En fin me dejo de sentimentalismo ¡GRACIAS!   
¡MUUCHOS BESOOS! & ¡MIL GRAACIAS! de nuevo :) 

Os quiere Alas Clarín.

8 nov 2010

Enséñame a olvidarme de pensar


18/10/2010
Perdóname diario. Llevo unos días en los que ni siquiera te he rozado. A veces me olvido de plasmar mis recuerdos en ti. Estoy tan atenta en él que mis pensamientos se diluyen haciendo que me quede embobada pensando solo y únicamente en él. Pero se acabó. Prometo escribirte con más frecuencia.
Tengo tantísimas cosas que contarte que no sabría por dónde empezar. Una de ellas es de Javier, cada día que le veo, aunque solo pueda los fines de semana, mi amor hacia él aumenta más y más. No sé que tiene, un poder de atracción o algo por el estilo que me cautiva y no me deja escapar. A veces es como si él fuera un imán y yo un simple trozo de metal que queriendo o no es atraído como si tal cosa.
Ayer fui a su casa, sí diario, por primera vez fui y debo decir que es enormemente enorme y su dormitorio ni te cuento, según él no hay cuarto más pequeño en el mundo, exagerado; he hecho cuentas y podría ser de grande como mi cuarto más el de mi hermano Jorge más el cuarto de baño que compartimos ¡sí! ¡una burrada!
Fui a su casa con la excusa de que no comprendía un pequeño trabajo de Química que en realidad si comprendía pero bueno cualquier cosa por verle. Tuve suerte de que hoy tenía el día libre y podría ayudarme aunque eso sí no hicimos ni el huevo; me enseñó su casa, todos y cada uno de los rincones que la componían, el jardín también enorme, alguno de sus hobbies como montar y arreglar motos (sí, un hobbie algo extraño pero en fin eso es lo que nos hace únicos). Cuando me enseñó una de sus motos mostré tanta admiración que insistió en llevarme a pasear en moto por las calles de su barrio, acepté su oferta a pesar de que por dentro no quería ni tocar la moto.
¿Y sabes? no me arrepiento de haber aceptado. Fue expectacular, genial, ... notar la adrenalina en tu cuerpo, los cabellos rozándome la cara por la vertiginosa velocidad, el aire golpeándome la cara.
Al principio debo admitir que me cagué pero con el paso de los segundos y viendo que Javier estaba al lado mía dándome una pizca de seguridad hizo que mi cuerpo se desenvolviera en el ambiente y no pensara en esa sensación como es el miedo.
Pasados quince minutos paramos en un pequeño parque con grandes árboles. Era precioso. Aparcó la moto y nos sentamos en un pequeño banco junto a un pequeño roble. Estábamos el uno al lado del otro mirándonos, notando la respiración de cada uno, su incesante aspirar y expirar. Cada vez le notaba más cerca de mí, su calor corporal me envolvía y me transmitía calidez. Hubiera deseado que en ese momento se hubiera parado el tiempo. Ojalá, claro que los sueños... sueños son.
En ese momento noté como Javier se separaba rápidamente de mí con una palidez extrema en su rostro. Me asusté obviamente y a punto de articular palabra un chaval de tez morena se acercó a nosotros acompañado por una chica de más o menos mi edad y dos chicos.
- ¡Ey tío! ¿tú por aquí? - Dijo el chaval sonriendo y dirigiéndose hacia Javier.
Javier se levantó rápidamente y le hizo el típico saludo entre ellos. Después empezaron a hablar silenciosamente por lo que no me enteré de nada. La chica que venía con ellos fijó la mirada en mí desde que se acercaron a nosotros, no me apartaba la vista la muy descarada. Me intimidaba. Intenté hacerle señas disimuladamente a Javier para que nos fuéramos a otro sitio. Me sentía incómoda. Cuando pareció haberlo captado se dirigió a mí y dijo:
- Por cierto que casi se me olvida, chicos esta es Susan y Susan estos son Álvaro, Juan Fran, Carlos y Verónica - Les di dos besos a cada uno excepto a la tal Verónica que se me apartó con cara de asco.
- ¿Es tu chica Javi? Tío me tienes que decir el secreto, cada día estas con una - Carlos, era rubio y el de estatura algo más baja, parecía el más simpático aunque su comentario no me agradó mucho.
- ¿Para qué tener una novia para un día? Al fin y al cabo al otro día será un hola y adiós. Pobrecita.
- ¿Por qué no te callas Verónica? ¿Acaso estas celosa? - Javi...
- ¿Celosa yo? De eso nada guapo y menos de una cría como ella - Me entro de todo por el cuerpo. Quería saltar a la discusión en ese momento pero prefería callarme, no me apetecía pelearme con ellos nada más conocerlos.
- Lo nuestro terminó Verónica no intentes arreglar lo que pasado está, es inútil volver sobre lo que ha sido y ya no es - ¿Eing? ¿Estuvo con esta? - Vámonos Susan - Me miró y me cogió del brazo.
- ¡¡Di lo que quieras pero que sepas que el pasado siempre estuvo, está y estará presente!! - Se escuchó a Verónica gritando desde donde estábamos hace unos segundos. En sus palabras cargadas de odio se notaba melancolía y tristeza. Javier no miró hacia atrás.
Nos montamos en la moto y fuimos a su casa. La vuelta se me hizo eterna no paraba de pensar en la estúpida Verónica ¿fue por ella por lo que se puso tan pálido?
Al llegar fuimos directamente a su dormitorio. Allí me senté en un sillón muy mullidito y suave de color rojizo, estaba agotada y no sabía el por qué.
Javier tenía la mirada perdida. Empecé a observarle con ternura. Le noté triste.
- Siento lo de antes - Me susurró mirando el suelo.
- No te preocupes. Además tú no hiciste nada fue tu amiga.
- Sí, Verónica - se acercó a mí y se sentó en el suelo. Clavó sus ojos en mí - Aún así lo siento -
- Repito que tú no has tenido la culpa y además ha sido una tontería.
- Lo siento - dijo en un hilo de voz.
- Después que si yo soy pesada cuando te pido disculpas. Tú me superas guapo.
- A ti nadie te supera en nada, ni en belleza, ni en inteligencia, ... en NADA eh
- ¡Ejem! ¿pero que me estas diciendo? Por favor no empecemos sabes que soy del montón.
- De eso nada monada.
- ¡Que sí! y no se habla más.
Empezó a reírse como si nada. Las carcajadas no paraban de sonar. Esbocé una sonrisa. Me alegraba volverle a ver contento. Al poco rato se le pasó las ganas de reír y volvió a decir.
- Bueno en lo que estábamos, que lo siento mucho, en serio, no me digas que no tuve la culpa ni nada por el estilo, lo siento y quiero que lo sepas - Ya empezábamos.
- ¡Ajá! Pues yo quiero que sepas que no tienes por qué dármelas y no me lo discutas.
- ¡Mala! Siempre te tienes que salir con la tuya, no me puedes dejar quedar bien - Me sonrió y nos fundimos en un beso. Esos besos cálidos y elocuentes.
- Te amo - me susurró en el siguiente beso que nos dimos.
- Yo más aún.
Cuando nos quisimos dar cuenta eran las 19:30 de la tarde. Tenía que volver ya a casa, mis padres me iban a matar. Recogí el trabajo y lo metí en la mochila con ayuda de Javier.
Nos dimos un último beso antes de salir de su dormitorio y me acompañó a la puerta. Allí le di un pequeño beso en el moflete y nos despedimos. ¡Oins! Me daba tanta pena separarme de él y no volverle a ver hasta el fin de semana que viene. Aún así me consolaba la idea de que por lo menos hablaríamos por teléfono.
Me dirigí a la parada de autobús desde donde cogí el último bus para llegar a casa. Una vez en casa mi madre me hizo uno de sus típicos interrogatorios sobre lo que había hecho en la tarde y pidiéndome todos los detalles sobre su casa ¡Madres!
En fin diario mañana pasaré a contarte otra de las miles de cosas que tengo que contarte.

Susana.

27 oct 2010

Carpe diem


14/10/2010
Querido diario, hoy me encuentro sumergida en mis pensamientos, en mis pensamientos sobre él. No quiero hacer otra cosa que no sea pensar en él; no quiero soñar; no quiero hacer nada que me lleve a un uso involuntario de mi mente. Solo y únicamente quiero fijar mis pensamientos en él ¿por qué? porque estoy enamorada, simplemente enamorada, nada más.
Ayer sobre las 20:45 me llamó. Hablamos durante cinco minutos, tiempo suficiente para deleitarme en su cálida voz; me pareció estar soñando y aún me lo parece, es curioso ver como todos esos sueños que fuiste formando poco a poco se desvanecen convirtiéndose en realidad.
Anoche leyendo un libro llamado Maldita adolescente que me mandó mi sabio profesor de Literatura, Don Antonio, llegué a un párrafo donde en el pasado me hubiera sentido totalmente identificada con quién lo escribía, decía así:

"El miedo a perder tu amor, Adriana. El miedo a que mi amor por ti quede hecho trizas. El miedo a los malos entendidos. El miedo a compartirte con los demás. El miedo a desnudar mi alma del todo. El miedo a la caducidad. Quiero que sea un amor imperecedero, incorruptible, eterno. Necesito tenerte siempre a mi lado Adriana, adivinarte a través de tus movimientos, de tus miradas. Necesito que sigas siendo mi diosa, adorarte cada día, cada una de tus palabras, de tus gestos. Necesito descargar mi alma contigo. Necesito tu apoyo, tu empatía. Porque eres lo único que me mantiene con vida. Soy como el moribundo que se aferra a la máquina que ventila sus pulmones. No puedo perderte ahora. Lo entiendes, ¿verdad? Quiero amarte siempre, Adriana, cada momento del día."

Todas y cada unas de las palabras hacían que una lágrima se me escapara de mis ojos. Me emocioné. Tal vez con esta parte del libro no te enteres muy bien del por qué de mi emoción, diario. Es tan triste leer los pensamientos de alguien que sufre por amor, es tan triste que la persona a la que amas no sepa ni que existes, es tan triste la trama del libro; te sumerge en una infinita agonía leer tal libro aunque me encanta leer cada uno de sus párrafos. Es como un AMOR imposible, diario.
Hay días en los que me da por pensar si merece la pena sufrir por amor; dime, diario ¿merece la pena? Sinceramente creo que no vale la pena ¿por qué desgarrarte, afligir, caer en depresión por amor? ¿acaso no es mejor vivir este don del que nos han dotado, este regalo que nos dieron nada más abrir los ojos al mundo, acaso no es mejor vivir la vida? En mi opinión, es mejor disfrutar y vivir al máximo. Pienso que sufrir por un amor no correspondido o que no esté a tu alcance es una manera tonta de desperdiciar la vida. Pensamientos que me atormentan la cabeza y que nunca sabré si están en lo correcto o son pensamientos vagos de una mera adolescente.
Aún así apoyo el vivir al máximo y el evitar sufrimiento alguno.

Cuando me llamó, no supe que decir, empecé a tartamudear, hablar sin coherencia. Pensé que seguramente se le estaría pasando por la cabeza la gran locura que poseo dentro de mí pero ¿sabes qué diario? él es distinto, no piensa lo que la mayoría de la gente piensa, no, no, él es único y por eso lo amo.
- Creo que me estoy volviendo loca...¿a que sí? - dije en un intento por saber su opinión.
- A ver, mmm...sí, como una regadera, chalada, chiflada, majadera, loca de atar...pero te voy a contar un secreto: las mejores personas lo están.
¿Te he dicho, diario, que lo amo con locura, con todo el amor que soy capaz de dar? Cada palabra que dice me revela tantísimas cosas de las que estuve totalmente ajena. Supongo que por ese pequeño detalle lo amo aún más que cuando le conocí a simple vista.

Tras acabar de hablar con él, mi corazón estalló en miles de gritos de júbilo. Tanta era mi alegría que al ver que aún llovía, cogí mi chubasquero y salí descalza al jardín. Estiré totalmente mis manos y fijé mis ojos en el inmenso cielo nublado. Empecé a dar vueltas, bailar, gritar, reírme sin saber el por qué. Aún así quería seguir aunque ello significara no saber el motivo, no me importaba, en ese momento lo único que quería era sentir las diminutas gotas de agua caer sobre mí.
Mis padres se encontraban en el salón, me miraban atónitos desde la ventana que daba al jardín ¿creerían que estaba loca? y si lo estoy ¿que más da? ¿Acaso las mejores personas no lo están?
Al ver que la lluvia empezaba a dar la peor de sus caras, mi padre vino hacia mí a paso lento con una suave y mullida toalla, me la puso sobre los hombros y me susurro:
- ¿No crees que ya es hora de calmar tu alocada locura, cielo? - decía al mismo tiempo que me esbozaba una sonrisa.
- Sí, papá - Le di un pequeño beso en el moflete y corriendo entré y me fui a la ducha.
Sentir el agua caliente sobre mi piel me haría entrar en calor y recuperar el aliento. Lo necesitaba.
Tras terminar me tumbé en mi cama, cogí el MP4 y lo puse a todo volumen, seguidamente fije mis ojos en el techo, no se por qué pero me apetecía observarlo aunque en verdad no lo observaba más bien lo miraba, es decir, miraba sin saber el qué, estaba sumida en mis pensamientos, en los amo que tantas veces digo, en el abrazo de aquella tarde, en los besos que me hicieron ver las estrellas; sí, en todas esas cosas, pero no observaba.
¡Carpe diem! 
Aquí todo diario; mañana seguiré.

Tu alocada Susana.

17 oct 2010

Realmente enamorada


13/10/2010
Soñé con él. Con el momento en el que él me besó por segunda vez. Con el momento en el que él dejó una gran señal en mi corazón, una señal que nunca, ni por los siglos de los siglos, conseguirá borrarse de aquel sitio que ya le pertenece, mi corazón.
Diario, no sabría cómo explicarte lo que viví en aquel momento, fueron una mezcla de tantas sensaciones agradables; fue como un sueño, un sueño que nunca pensé que se hiciera realidad. En definitiva fue mejor que el primer beso que me dio. No sé como lo hace que cada vez que mis labios rozan los suyos las sensaciones que siento son aún mejores que la anterior.
Tras empezar a caminar silenciosamente acompañados por la tenue lluvia que caía y caía empapándonos cada vez más y más, Javier cogió un mini paraguas que tenía en el bolsillo y lo abrió. Tenía todos los colores del arcoiris, era hermoso. Caminamos y caminamos siempre con el silencio por medio. Las cuerdas vocales se me habían paralizado, no podía articular palabra, me sentía tan nerviosa. Él en cambio me lanzaba alguna que otra sonrisa cuando intercambiábamos miradas para ver como estaba el otro. Le veía muy callado ¿estaría tan nervioso como yo? Quién sabe.
Caminábamos a paso lento como si ninguno de los dos quisiera que ese momento acabase nunca. Escuchábamos las gotas caer sobre el animado paraguas, el ruido me tranquilizaba, me transmitía confort.
Llegamos a una curva, mi casa estaba a apenas veinte pasos de aquella curva. Se paró, me paré con una mueca en la cara ¿acaso no quería seguir? Me miró y me dijo con sus sonrisa siempre en sus labios:
- Bueno, ya hemos llegado, si no me equivoco esa es tu casa - Estaba dudoso.
- Sí, esa es mi casa, la de color rosado y con una enorme ventana en el centro, mi ventana - Calló.
- En fin muchísimas gracias por acompañarme ... - Le dije pero me cortó antes de que pudiera articular palabra alguna.
- Em sí, no hay de qué, ha sido un placer pero ... bueno déjalo, nada - ¡Dilo!
- Entonces adiós. Hasta pronto - Dije. Le hice un gesto con la mano ¡Oh! ¡Qué tonta soy! Dile que quería decirte, insiste.
- Un momento - Me cogió del brazo y me acercó a él pausadamente. Fijó sus enorme ojos en mí.
- ¿Sí? - Se formó una gran tensión entre nosotros, mis ojos casi empezaron a lagrimear de la emoción que sentía en aquel momento.
- ¿Te volveré a ver pronto?
- Claa...claro...mm...ss..sii, claro...que sí - ¡Ah! ¿Por qué en estos momentos las palabras no querían salir de mi boca? Empecé a tartamudear como una loca, estaba muy nerviosa, empecé a decir tonterías una detrás de otra sin entender siquiera yo lo que decía pero en ese momento me besó.
En efecto, soñé con ese beso, fue aún mejor que el primer beso que nos dimos. Le abracé y le sujeté fuertemente hacia mí; no, no quería que se separara de mí, no quería que pasasen días y días hasta volverle a ver, no quería sufrir más.
Él aceptó mi abrazo. Sentí los latidos de su corazón. Iban a tal velocidad que cualquiera hubiera supuesto que estaba tan nervioso como yo. Me acarició el moflete que pasó de blanco como la nieve a ponerse rojo como un tomate, tras esto me besó en él. Me puse más colorada aún, pero eso ya no me importaba. La gente pasaba y pasaba y se quedaban mirando descaradamente como permanecíamos él y yo abrazados el uno al otro pero a nosotros no nos importaba, lo único que me importaba en ese momento era él. Le amaba tanto. Y pensar que nunca me había dado cuenta de lo que el significaba para mí, pensar que era el primo de mi mejor amiga y que nos habíamos visto tantas veces y que nunca me hubiera dado cuenta de cuánto lo amaba.
Empezó a llover cada vez con más intensidad. Íbamos a coger un catarro como no nos alojásemos en algún lugar cubierto.
¡Mierda! Se me olvidó que mis padres me esperaban para almorzar, me pegarían una buena regañina, aunque que más da que me regañaran, si estaba con él me daba lo mismo.
Se acercó a mi oído y me susurró dulcemente.
- Será mejor que vayas a tu casa, tus padres te estarán esperando y no quiero que te regañen. Además el tiempo esta empeorando y vamos a coger un buen resfriado - ¡Qué mono! Se preocupa por mí.
- Tienes razón pero ¿me das tu número de móvil?
- No me lo sé y encima se me ha olvidado el móvil, hace apenas tres semanas que estoy con uno nuevo pero tranquila tengo el tuyo, lo cogí del móvil de Ángeles - ¡Oins! Bueno si es mono.
- Ajá. Cuando quieras puedes llamarme. Hasta la próxima - Mis ojos soltaron una pequeña lágrima.
- Hasta pronto. Te quiero Susan, te quiero mucho - ¿Esto es un sueño? No despiertes nunca Susan.
- Yo también te quiero Javier; gracias por todo - Le sonreí y me dirigí corriendo hacia mi casa con lágrimas en los ojos, me sentía contenta porque por fin le había dicho que le quería y triste porque no me quería separar de él pero debía hacerlo.
No volví a mirar hacia atrás, no podía porque sino lloraría más. Llegué al portal de mi casa con Lena y Fredi que habían estado jugando alrededor del parque de mi barrio. Me sequé las lágrimas antes de entrar no quería que mis padres me vieran así ¿que pensarían? Entré corriendo con la cabeza agachada hacia mi habitación. Mi madre me gritó para que bajara a comer y seguramente para pegarme una regañina de paso por el retraso. Entré en mi habitación y cerré la puerta. Me acerqué al espejo y vi mis ojos hinchados ¿tanto había llorado? Me los sequé un poco y intenté sonreír. Sí, perfecto.
Tras esto me tumbé en la cama, no tenía apetito, empecé a darle rienda suelta a mis pensamientos. Le adoraba tanto. Me había hecho la adolescente más feliz del mundo.
¡Te quiero Javier! ¡Te quiero mucho!
Aquí todo diario; mañana seguiré.

Tu aún más enamorada Susana.

16 oct 2010

Un día de lluvia


12/10/2010
Me desperté por el agitado ruido de los árboles que se movían sin cesar debido a los vientos torrenciales que hoy se daban, las gotas caían brutalmente en la ventana que tengo situada en el techo la cual me permitía ver las estrellas en las noches despejadas. Me levanté un poco adormilada de las cálidas sábanas que cada noche me hacían viajar a un nuevo mundo, el mundo de los sueños. Me acerqué al armario y cogí mi sudadera favorita de color rojo fuerte, debes saber diario que uno de los colores que más me apasionan es el rojo, tras ponérmela cuidadosamente me acerqué a mi fiel espejo, digo fiel porque cada vez que me reflejo en él me veo bella por así decirlo, me miré fijamente y divisé un granito del tamaño de una gota de agua, a pesar de su pequeñez no soportaba tener tal cosa, corriendo fui al baño y me masajee con un algodón vertido en tónico sobre el grano; sí, señor, ahora estaba más tranquila.
Salí del baño. Sentía mis pies fríos, muy fríos, debía tapármelos si no quería coger un resfriado o no dejar de temblar. Fui al cuarto de Iván que seguía aún dormido como un tronco y naturalmente le robé las zapatillas, sus reconfortantes zapatillas, siempre tan calentitas y tan suaves; las mías se me rompieron hace poco así que tenía que hacerme con las de mi hermano o las de mi padre, que eran las más mulliditas de la casa.
Bajé al salón y puse la TV. Nada, no salía nada interesante. Apagué la TV y me fui a mi cuarto nuevamente, deseaba sentarme en mi ventana y disfrutar y sentir la lluvia. Adoraba contemplar como las diminutas gotas de agua caían y caían sin remedio alguno. Adoraba ver los árboles bailando con el frío viento. Adoraba escuchar el sonido tan reconfortante que me transmitía. Adoraba el olor a tierra mojada. Me senté al lado de la ventana y me puse a hacer dibujitos en el fino cristal: corazones, caritas, letras, todo lo que se me antojaba en aquel momento pero no tardé en sentir aburrimiento. Puse lentamente mis manos en el cristal pero rápidamente las quité no soportaba el frío horripilante que me transmitía el cristal, me dejaba helada, aunque eso me gustaba, me gustaba sentir el frío recorriendo mi cuerpo.
Me incorporé y miré a través de la ventana de nuevo, veía los pajaritos meterse en sus nidos, los perros buscando un lugar donde poder alojarse. Observé como las gotitas empezaban a limpiar el paisaje que nos rodea, sí, nuestra adorable naturaleza.
Me volví y me tumbé en la cama, estaba helada. En un pis pas mis pensamientos empezaron a resurgir, pero resurgieron de una manera placentera. Miles de recuerdos se me vinieron a la cabeza, uno de ellos el día que quedé con una gran amiga Jasmine, de nacionalidad inglesa, de cabellos rubios y lisos y de ojos verdosos, una chica verdaderamente guapa. Estuvimos tomando helados, yo dos ya que gracias a que soy muy patosa uno se me cayó y tuve que comprarme otro. Estuvimos riéndonos a carcajadas sin parar a respirar siquiera. Estuvimos bailando y haciendo miles de locuras en un milenario parque de mi pueblo, donde los árboles alcanzan alturas asombrosas. Un día como ninguno. También recordé el día en el que Javier me besó que por cierto no logro entender el por qué del beso, me parece imposible gustarle, siento que es demasiado para mí, si suena raro, lo sé, pero es que me parece tan perfecto y cuesta creer que alguien tan como él quiera a una persona como yo ¡Líos y más líos! Pero, ¿sabes diario? Daría cualquier cosa por volverle a ver, volver a ver sus grandes ojos verdosos, sus labios carnosos, su melena castaña, .... ¡Ah! ¿Por qué soy así? Un día intento pasar de él, no recordarle y al otro día estoy soñando con él, con verle ¡No puedo más! Ni siquiera sé que es de él y por supuesto a Ángeles no le voy a preguntar ya que no me gustaría que se enterara de que me gusta, dios sabe lo que se le pasaría por la cabeza a mi querida bribona ¡No! Prefiero guardármelo por ahora y dejar de pensar en él durante una larga temporada ya que si algún día le muestro mis sentimientos y me devuelve una respuesta no correspondida me entraría un dolor enorme y no quiero sentir eso, no quiero que me rompan el corazón, no quiero ser esclava de alguien que no me ama, no, ni hablar.
Me levanté de mi cama harta de darle rienda suelta a mis pensamientos. Siempre conseguían sacarme de mis casillas. Bajé a la cocina, mi estómago empezaba a hacerse notar. Traté de tomarme un calentito vaso de leche con cola-cao y unas tostadas con mermelada, hoy no me encontraba con muchas ganas de hacerme un festín para desayunar, hoy quería algo ligero. Tras terminar vi como mi familia empezaban a armar su ruido matutino, levantarse, gritar, bajar las escaleras como caballos, poner la TV y la radio a tope, .... ¡Qué cruz de familia!
Decidí ir a vestirme y después salir a pasear a mis dos perrillos, Lena & Fredi, me encantaba pasear en los días lluviosos por mucho frío que hiciera. 
Salí de mi casa con unas largas botas por si las moscas me daba por saltar en algún charco. Cogí a Lena y Fredi de la correa y empecé a andar hacia... donde me llevara el frío viento. Caminé y caminé. La lluvia caía sobre mí, empapando mi celeste chubasquero; la punta de mi nariz estaba congelada, tiritaba de frío. Lena y Fredi correteaban y se metían en los charcos ¿acaso no sentían el frío tan espeluznante que hacía? Parecía que no. Me senté en un banco que vi a lo lejos, estaba tapado por un enorme árbol que no dejaba que la lluvia lo traspasase. Tras unos minutos noté como alguien se sentaba en el lado contrario del banco, quise girarme a mirar pero tenía un mal presentimiento. Escuché como suspiraba el extraño, parecía algo cansado. Empecé a observar a mis perros pero ¡error! Lena no estaba me levanté y ... 
- ¿Este perro es tuyo? Parece que no quiere separarse de mí ¡Jajaja! - Me giré y lo vi, no me podía creer lo que veía.
- ¡Javier! ¿Tú..tú por aqu...aquí? - La palabras se me entrecruzaban y no me dejaban pronunciar.
- ¡Susan! ¡Qué sorpresa! Hacía años luz que no te veía - Cierto.
- Sí, desde que estuvimos en casa de Ángeles - Se quedó mudo, parecía que esa frase no era muy de su agrado.
- Sí...dess...desde..ese día - Frunció el ceño y me dio la correa de Lena. Me pareció verle aún más guapo que la última vez, su larga melena le resaltaba sus grandes ojos.
- Bueno Javier un placer haberte visto, debo volver a mi casa mis padres me esperan para almorzar - ¿Por qué los mejores momentos tienen que ser los que menos duran?
- ¿Te puedo acompañar? - ¿En serio me ha preguntado eso? ¡Qué alegría! 
- ¡¡Claaarooo!! - Lo dije casi chillando, me sentía muy contenta pero no quise aparentarlo mucho así que me puse un poco seria.
Empezamos a andar por las grandes calles silenciosamente. Ahora de verdad comprendía cuales eran mis verdaderos sentimientos hacia él. Le amaba. Sí, le amaba con locura. 
Aquí todo diario, mañana seguiré.

Tu enamorada Susana.



6 oct 2010

Totalmente feliz


10/10/2010
Cualquier locura, cualquier sonido, cualquier dulce olor, cualquier textura produce en mí una serenidad absoluta, pinta en mis labios una gran sonrisa, relaja mis músculos y me hace sentir feliz. Exacto, diario. Hoy me siento feliz, no, feliz no, radiante. Mi sonrisa nunca se me borra de la cara, mis ojos desprenden destellos de luz, mis mofletes siempre hinchados, mi mente en blanco, serena, sin ningún problema que la atormente.
Siento una sensación tan agradable. Me siento tan feliz por así decirlo. No consigo enfadarme ni poner mala cara cuando se me  pone por medio algún problema del día, al revés, me entra la risa tonta. Y eso me encanta. Me encanta sentir que ningún problema puede conmigo, con mi felicidad; me encanta sentirme feliz; me encanta reír y reír a carcajadas; me encanta esta sensación, esta sensación de paz.
Me acuerdo que mi abuela cuando yo era una renacuaja, me repetía una y otra vez con su dulce voz de olor endulzante las siguiente palabras: "Una sonrisa significa mucho. Enriquece a quien la recibe; sin empobrecer a quien la ofrece. Dura un segundo, pero su recuerdo, a veces, nunca se borra." Sabias palabras.
Esta mañana antes de salir corriendo hacia el autobús del colegio, mi hermano pequeño Jorge se interpuso entre la puerta que me daría la salida de mi dulce hogar y yo, le miré con cara enfadada a punto de quitarle de un manotazo pues llegaba tarde, él me miró fijamente con sus grandes ojos azules no más de 10 segundos y tras este breve silencio se acercó a mí y me dio un cálido beso en la mejilla después me susurró al oído: "Te quiero mucho hermana." Tras esto, silenciosamente se separó de mí y me dio paso. Me quedé atónita. Este no era mi Jorge ¿Acaso me lo habían cambiado? Aunque si así fuera me encantaría que me lo dejarán así; el corazón me estalla de felicidad cuando alguien muy cercano me muestra sus más sinceros sentimientos hacia mí. Y mi hermano es una de las personas que más feliz me haría en tal caso.
Subí al autobús alegre, contenta, ensimismada en mis apreciados pensamientos. Me prometí nada más sentarme en un rincón del autobús comerme posteriormente a mi hermano a besos. Le debía mucho por hacerme esta mañana más acogedora. Fíjate diario, como las cosas más pequeñas, más insignificantes te hacen sentir mejor, más alegre de un momento a otro.
Tras llegar al colegio me fui directamente a mi clase, eso sí, pasando antes por la clase en la que se encontraba una de mis mejores amigas, Lucía. Una chica de aspecto elegante, con una gran cabellera pelirroja recogida en una enorme trenza, unos ojos verdes con un brillo sin igual. En resumen, una joven de aspecto sereno y muy bello. Como cada mañana le di una cartita y ella otra a mí, para leer cada una, la que habíamos recibido en las siguiente horas de clase hasta que llegara el recreo. Como siempre sus cartas estaban escritas con la más bella caligrafía, bien limpias y con un aroma endulzante.
Tras las dos eternas horas de clase de Biología y Geografía, salí de clase con Alberto, mi mejor amigo, para dirigirme a la zona en la que quedábamos citadas mis amigas y yo. Por el camino me encontré a Ángeles que había faltado las dos primeras horas.
- ¡Qué! Haciendo novillos ¿no? - le insinué a Ángeles.
- Jaja ¿Yo? No, no. Acabo de venir de mi CASA porque me dolía muchísimo la barriga feish - me dijo poniéndome cara de chata.
- Claro, claro...bueno corre y deja la mochila que Lucía me tiene que contar algo - Tras decírselo salió corriendo y no tardo más de 10 segundos en estar de nuevo al lado mía. Alberto y yo flipábamos.
El recreo era la parte que más me gustaba del instituto. Hablaba con todas mis amigas, con las que viven en mi pueblo y con las que viven en el quinto pino. Podíamos espiar a los chicos guapos. Hacíamos mil y una bromas. Animábamos en los partidos de fútbol que se celebran en unos meses exclusivos de cada curso escolar. Y millones de cosas más.
Lo malo que este preciado momento no duraba más de 30 minutos ¡un asco! Volví a mi clase con Ángeles bromeando con Alberto a un lado y con Lucía hablándome a mí y a Natalia a otro lado. Aunque no duró mucho la vuelta ya que pude divisar a lo lejos que mi maestro de francés se dirigía a mi clase con gran rapidez y si no llegaba antes a la clase que él un negativo al canto. Corrí lo más que pude y llegué a tiempo.
Las cuatro horas siguientes de materia me las pasé con un aburrimiento encima inimaginable. Aún así me sentía muy feliz, y además siempre tenía a Ángeles con quien intercambiaba caras raras constantemente. Lo malo que tarde o temprano el maestro te acababa pillando o mirándote con cara de quecarajoestashaciendo.
Cuando por fin pitó nuestro timbre el salvador, para dar paso a la salida del colegio, salí corriendo junto a Natasha, una chica encantadora, hacia el autobús ya que nuevamente estábamos a punto de perderlo, y como que a ninguna de las dos nos apetecía recorrernos unos cuántos kilómetros a patitas para llegar a nuestras respectivas casas. Somos vecinas.
Una vez llegué a mi casa, hice lo que una adolescente corriente de mi edad haría, ponerse con el PC a ver el tuenti, hotmail, blogs, facebook y un largo etcétera. Luego me enfrenté a una dura batalla contra los deberes y estudios. Resultado: victoria.
Al llegar la noche divisé a mi hermano que había estado toda la santa tarde en casa de un amigo. Como prometí me lo comí a besos. Le quiero tantísimo.
Después agotada por el sueño, me acosté, en un dulce y reconfortante sueño.
Aquí todo diario; mañana seguiré.
Por cierto recuerda: ¡Don't worry, be HAPPY!

Susana.

28 sept 2010

¿Locura? Tal vez


09/10/2010
Hoy es un día de estos en los que me encantaría irme de fiesta toda la noche hasta las tantas sin tener que tener ningún tipo de obligación al otro día, es decir, los estudios. Me encantaría emborracharme, volverme loca, olvidarme por completo de mis problemas...esos problemas que me comen tanto la cabeza, hacer mil y unas tonterías, ir a la discoteca, bailar y todas esas cosas que el espíritu rebelde que todas llevamos dentro te pide hacer ¿el por qué de estas ansias de fiesta? simplemente porque estoy harta de sentirme siempre triste, de sentirme inútil, de dejar pasar el tiempo así como así, de aburrirme, de no hacer las tonterías que una adolescente hace; en resumen, de no pasarlo bien y desperdiciar mi juventud. Sí, me gustaría sentirme una persona rebelde por un instante. Sentir todo lo que pronto no podré sentir. ¿Locura? Tal vez.
Mis padres me repiten una y otra vez que los adolescentes desempeñamos una única labor en este alocado mundo, y esa labor es estudiar para que nuestra generación de ejemplo a las futuras. Pero, haciendo una pausa, me da la impresión, siempre me la ha dado, de que estudiando estamos perdiendo parte de nuestra vida, nos quita tiempo, aunque nos enseñe cosas muy variadas el estudiar, nos quita algo muy importante en la vida de un ser humano, el tiempo. Sin tiempo no hay vida. ¿De qué nos sirve estudiar tanto si al final la mayoría de las cosas que estudiamos se nos olvida o simplemente no nos sirve para nada? Una pregunta a la que nunca nadie le ha respondido o tal vez sí.

Susana.